"Siento que el viejo cuento aquel no tenga el final que imaginé. Siento no poder hoy escribir esta triste canción y dártela a ti..."
Rápidos movimientos recorren un sin fin de estaciones. Movimientos, luces, pensamientos, sentimientos, ideas, matices, colores, emociones y sueños...
"No un regalo común, de los que perdiste o nunca abriste, que olvidaste en un tren o no aceptaste..."
Un regalo común es algo que perdura en el tiempo, omnipotente, omnipresente y omnisciente... como el sol que a diario roba espacio en el firmamento colectivo, los rayos del corazón gritan desesperados por salir, sin embargo, aún no se hace de día y la noche esconde demasiadas trampas entre sus brazos. A pesar de tener una existencia material, su interior se mantiene intacto por siempre.
La esencia de la realidad que observamos se esconde en muchos lugares a la vez, sabe como ocultar lo que verdaderamente queremos ver, solo por maldad, solo por hacerse esperar, consentida, juguetona y a veces un tanto testaruda. A diario busco entre los sueños pedazos de realidad, pistas que el destino haya dejado en mi camino, con tal de guiarme en el largo viaje del infinito. Aquel viaje que desesperado recorro a diario creyendo que no existe un final lógico, favorable y cómodo en el cual descansar. Como aquel viajero que observa el paisaje al viajar en un tren, hipnotizado observo como el reloj avanza sin dar su mano a torcer. No quiero desesperarme, no suelo hacerlo, tampoco es mi intención hacerlo ahora, pero lentamente los segundos empujan mis impulsos hacia un abismo profundo. El viento recibe mis pensamientos entre sus brazos, los eleva y los dispara hacia el interior más escondido en mi mirada... ¡qué ingenuo!
Una armadura de cual ingenioso hidalgo recubre mi cabeza, no se caerá esta vez ni tampoco mañana. Más aún lentamente comienza a desatornillarse... "Si aún la vida te negara, respira la mía..."
Signos indescifrables ocupan mis energías hoy, pero la curiosidad ha hecho de las suyas y es cierto que, también me gusta que así haya sido.